La producción animal actual se basa en cuatro pilares fundamentales: la genética, la alimentación, la sanidad y el manejo de los ejemplares.
Se han dejado atrás unos sistemas de explotación intensivos o semiintensivos, en los que los animales sufrían y, por tanto, se veía afectado su rendimiento productivo. Este progreso lleva implícito mejoras sanitarias y medidas de bioseguridad y profilaxis que, al lado de las condiciones del hábitat de los ejemplares, han permitido una prevención exitosa de un gran número de enfermedades.
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